Pocos días atrás celebramos el Día del Maestro y el Día del Profesor. De diferentes maneras, todos los años se reitera la algarabía, el clima de festejo, el momento del recuerdo y también de la gratitud por aquellos y aquellas que han dejado huellas en nuestra vida porque han sido nuestros “maestros”. Es que, entre todos los campos profesionales, la docencia desempeña una función privilegiada y de inmensa responsabilidad dentro del sistema social, por el hecho de intervenir nada menos que en la formación misma de los sujetos.

Pero, ¿podemos seguir afirmando hoy en día que la docencia es la única responsable en esta tarea? Es innegable que en la actualidad cada vez son más los actores que intervienen en la formación de la subjetividad. Los cambios económicos, políticos, sociales y tecnológicos de las últimas décadas han creado un nuevo escenario, con nuevos lenguajes, códigos y una multiplicidad de mensajes e información. Escuela y familia comparten un espacio cada vez mayor con los medios de comunicación y las distintas variantes tecnológicas por la cuales a diario recibimos información y nos comunicamos.

Estamos ante un escenario de fragmentación caracterizado por la hiper-especialización del saber y de las profesiones, el individualismo y la despersonalización. En el caso de los medios de comunicación, es lamentablemente frecuente que se banalicen normas y valores, relativizando y hasta ridiculizando aquello que debería ser respetado y valorado; de igual modo, ensalzan aquello que debería ser reprobado. Niñez y juventud reciben mensajes contradictorios, y es frecuente que la sociedad los responsabilice luego por la apatía o el desinterés.

¿Cómo evitar que la formación de los sujetos quede a merced de quienes tienen más poder y recursos en este escenario? Es ilusorio pensar que la escuela en soledad pueda brindar soluciones frente a estos desafíos. La alianza con la familia a favor de este trabajo es imprescindible. Para formar sujetos sensibles, críticos y comprometidos con la realidad, capaces de crear vínculos fraternos, es necesaria la construcción de un proyecto colectivo, en el marco de una sociedad democrática. Un proyecto que afirme el valor de la vida y que promueva los lazos de cooperación y la primacía del bien común por sobre los intereses sectoriales.