Algunos años atrás publicamos unas líneas que creemos bueno recordar hoy, parafraseándolas un poco…

Pasa con las personas, pasa con las instituciones. Todo lo vivo atraviesa ciclos.

La primavera marca el ciclo de vida de la tierra. Metáfora de nuestras vidas que se secan a veces, pierden brillo y vitalidad otras, hasta que alguna circunstancia nos habilita el renacer. La idea del “renacer” es una bella imagen del Evangelio para indicarnos la necesidad de recomenzar tantas veces como sea necesario, en la certeza de que en tanto estemos tomados de la mano de Dios, ello será posible merced a Su amor.

Pero quizás sea bueno recordar que para que podamos reverdecer, crecer con la vitalidad de las hojas que inaugura la primavera es imprescindible que esté dada una condición: tener firmes y sanas las raíces. Ellas son las que nutren, las que tienen en germen el potencial de lo que podemos ser. Sólo desde nuestras raíces, desde nuestra fe y desde nuestra identidad, es posible crecer.

La reciente inauguración de nuestro Archivo Histórico nos moviliza en este sentido, dándonos una nueva oportunidad. El testimonio de vida de Esther M. Gattinoni de Regueira, quien ahora “custodia” con su nombre nuestra historia documental, también nos recuerda esto y nos alienta a superarnos en nuestra práctica cotidiana con las enseñanzas de quienes nos antecedieron. Nos recuerda también, una vez más, la importancia de realizar con pasión la tarea docente y educativa en general.

Pasa con las personas; pasa con las instituciones... Disfrutemos de esta Primavera reencontrándonos con las raíces que hagan posible seguir creciendo en la dirección adecuada.